En nuestro Colegio se respeta la legislación educativa, pero los plazos impuestos por la administración no favorecen un final de curso activo y aprovechable para los alumnos. En esa línea va el artículo que Enrique Maestu, nuestro Director, ha publicado esta semana. Aquí, en el Colegio Virgen de Europa, el volumen de trabajo de los alumnos de Secundaria no decrece. Estos días los alumnos realizan exámenes globales con mucho peso final en las notas y en nuestras aulas hay debates, conferencias y actividades que tratan de evitar dejadez o relajación que acabe en el temido absentismo escolar.
CON EL DEBIDO RESPETO
Pienso que los cambios en el calendario escolar que estamos viviendo en estos días, lejos de resolver
algunos problemas, van a crear muchos más. La convocatoria de septiembre parece que no estaba
siendo eficaz, pocos alumnos superaban las materias pendientes y obligaba a comenzar muy tarde el
nuevo curso. Como saben, para resolver las cosas se optó por trasladar la convocatoria extraordinaria a
junio. Pero, para ello había que tocar varios aspectos de la organización escolar general que afectaban a
todos los estudiantes.
No creo que nadie piense que el curso escolar en España es demasiado largo. La ley de educación
establece que el curso académico debe durar al menos 175 días. Como ven, no es ni uno de cada dos
días del año, es más en Europa muchos países marcan un mínimo de días de clase superior a los 182. La
verdad es que cada vez se espera que la escuela haga más cosas en menos tiempo. Es como si la
eficiencia pudiera multiplicarse hasta el extremo. Desarrollar el currículo oficial, entrenar habilidades
competenciales, desarrollar actividades complementarias, formar en valores, son tareas que necesitan
tiempo. Cuando se acorta el curso, los profesores les piden a los alumnos que se preparen lo que falta
por su cuenta y parece que así se resuelve todo.
Este año, los alumnos que aprueban en la convocatoria ordinaria, que son la mayoría, harán su última
prueba de evaluación final el 30 de mayo. Tendrán que seguir asistiendo obligatoriamente a su centro
educativo para hacer tareas complementarias no evaluables durante tres semanas más. A nadie se le
escapa que, por muy interesantes que sean las propuestas de trabajo que programe el centro, los
alumnos van a tender al absentismo y a la desgana porque sienten que ellos ya han cumplido con sus
obligaciones.
Todo este desbarajuste tiene una razón de ser. Los alumnos suspendidos habrán de presentarse en la
tercera semana de junio a recuperar las materias pendientes. Entre el día 7 que conocen el suspenso y la
semana del 18 al 22 prepararán la recuperación y se presentarán a la convocatoria extraordinaria. Poco
tiempo, solo verdaderamente útil para los que tienen poca materia pendiente.
Creo que con este nuevo calendario se ha producido un claro recorte en la prestación de servicios
educativos a la sociedad. Recorte que ni siquiera supone reducción de gastos para la administración.
Pero que va a generar complicaciones y gastos adicionales para muchas familias que acabarán
contratando servicios como campamentos en junio, cursos monográficos y similares para no tener a sus
hijos ociosos.
La opción que ha llevado a cabo la Comunidad de Madrid ha sido demasiado radical. Si la convocatoria
de septiembre era ineficaz y generaba problemas administrativos, se podía haber apostado por cursos
de recuperación durante el mes de julio, como solemos hacer los centros privados. Los alumnos que
suspenden suelen necesitar más apoyo y seguimiento que el resto, hay que programar los procesos de
recuperación con tiempo suficiente, un mes no es demasiado, pero es más de lo que ahora tienen los
que no han superado todas las materias.
Y en todo caso, si la administración educativa estima conveniente esta medida, que sean los centros
educativos sostenidos con fondos públicos los que hagan las cosas de esta manera. Por lo menos, que se
nos permita a los que no dependemos de los presupuestos del estado, sino de las familias que sufragan
nuestros proyectos educativos, que hagamos lo que consideremos mejor para desarrollar nuestra tarea
con éxito y dar un servicio más eficaz a las familias.
Enrique Maestu
Director del Colegio Virgen de Europa